domingo, 6 de abril de 2014

El quiebre de los 27

Hace muchos años Oscar Wilde, en voz de uno de sus personajes del cuento “La Esfinge sin secreto”, establecía una máxima que los hombres aun nos negamos a aceptar:  las mujeres están hechas para ser amadas, no para entenderlas.
En vez de admitir que nuestra función es atenderlas durante sus necesidades (todas ellas por el bien común, aunque no queramos admitirlo), nos ponemos necios e intentamos acertar en la interpretación que hacemos de su forma de actuar.
Yo, que siempre he seguido la máxima de Wilde, también caigo en la provocación y me pongo a hacer estudios casi de manera natural cada vez que intercambio con mujeres conocidas o desconocidas.  Posiblemente todo se deba a la activación de un gen presente en el cromosoma “Y”, que ocurre – irremediablemente – ante la sola presencia de una mujer.  Hoy es ocasión de traerles las conclusiones de la más reciente investigación, bautizada con el título “El quiebre de los 27”.
Si usted es un hombre que supera los 35 años, seguramente pensará que la mujer es más madura, desenvuelta, y por ello atractiva, cuando llega a los 30, pero lo que usted no sabe –y ni siquiera se imaginaba-  es que son los 27 el interruptor de la transformación femenina; el tiempo de los cambios fabulosos.
Así, a los 27, la mayoría de las mujeres deciden vivir solas (aunque no todas lo logran por asuntos económicos), y empiezan a disfrutar un mundo que ahora no tiene nada que ver con la familia.  Para ellas es  ese el momento para cambiar todo, desde el trabajo hasta el novio, pasando por la forma de vestir.   Si usted conversa con una chica de 27 se dará cuenta de que ella está leyendo los libros que nunca imaginó leer, se toman mas tiempo para reflexionar, y por tanto es el momento en que menos necesitan a un hombre para construir su espacio (el de ellas).  Para la chica de 27, camino a los 30, son vitales los animales, la música, los domingos de café o de caminatas al aire libre, el cine, el buen humor y los amigos.  Son escrutadoras en una conversación.  El matrimonio y los muchachos son más una duda que una alternativa a corto plazo.
27 años en la mujer es la puerta de entrada a lo que la doctora  G. Páez y mi persona calificamos como la Edad de Oro y son fundamentales porque establecerán los cambios que luego lucirán atractivos en sus 30.
Como verá le he dado algunas claves de lo que quizás sea una de las edades más maravillosas de la mujer.  Estoy seguro de que para las mujeres de 27 o más años los resultados de mi estudio habrán servido para explicar o ratificar lo que ellas viven o han vivido.
Pero, los hombres se estarán preguntando ¿para qué sirve eso?  ¿Cuál es el beneficio de tanta información?
No sirve para nada.  Obviamente, no hay ningún beneficio.  ¿Y saben por qué?  Por lo que dijo Wilde: las mujeres son para amarlas, no para entenderlas.

Alejandro Luy
Publicado en el diario El Mundo el 3 de enero de 2006.

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