lunes, 29 de julio de 2013

Mi hijo quiere ser político. Alejandro Luy

No se imaginan la felicidad que cargo.  Ayer en una conversación trivial le pregunté a mi hijo adolescente,  "qué quieres ser cuando seas grande" y cual sería mi sorpresa cuando respondió: político. Por supuesto, la conversación paso de una pregunta de relleno a un cuestionamiento sobre el real interés de la criatura, que ya mide 1,78.
"Como así" le cuestioné con marcada frase aprendida en Bogotá. A partir de allí se dedicó a explicarme, con una madurez subestimada por mi hasta ahora el motivo.
"Definitivamente la profesión de político es la que mayores oportunidades de empleos, al menos en Venezuela, y al tener tantas posibilidades nunca dejarás de tener ingresos y podrás ocupar distintos puestos evitando aburrirte". "Fíjate", continuó, "un político puede haberse graduado de educador, abogado, sociologo, comunicador social, ingeniero, matemático e incluso haber llegado solo hasta bachillerato, pero con esa formación puede ser concejal, alcalde, embajador, presidente de un instituto, parlamentario, ministro, vice-ministro, vice-presidente y hasta Presidente de la República. 
Por tanto, ser político te proporciona una amplia gama de oportunidades de empleo. En cambio, si no eres político y no tienes título, podrías ser buhonero, mototaxista o manejar un autobús, los trabajos más demandados en estos tiempos".  A su edad no se detuvo en la paja de que esos son trabajos dignos, patatín y patatán.  
"¿Tu has notado? - me preguntó - "como los políticos del gobierno pasan de la Asamblea a los Ministerios, los de los Ministerios a las Alcaldías y las Gobernaciones, y todos pueden terminar como Embajadores.  A los de la oposición les pasa lo mismo, sólo que por ahora ocupar los ministerios no es una opción, ni siquiera para William Ojeda".
Y yo pensé en Aristóbulo, educador, diputado, alcalde, constituyentista, ministro de educación y gobernador; y en Jorge Rodríguez, médico siquiatra, presidente del CNE, vicepresidente de la república, alcalde; y de Jaua, de sociólogo, a ministro de agricultura, a Canciller; y Ernesto Villegas que como comunicador social, puede ser ministro de comunicación y ahora aspirante a la Alcaldía Metropolitana.  
Así un político con o sin título es capaz de hacer de todo.
"Como veraz papá no solo se trata de oferta sino también de demanda.  Por cada concejal que es electo alcalde o por cada asambleista electo a Gobernador, queda un puesto vacío que solo un político puede llenar.  Hay muchos cargos y pocos demandantes.
"Así, una vez que entre en el proceso, no importa de que partido, lo que me sobra es trabajo"
Y yo estoy contento, porque creo que he logrado dos cosas con la que todo padre sueña: que el hijo logre un trabajo estable, y que lo mantengan a uno.