sábado, 29 de septiembre de 2012

Adelantados al futuro

Con mucha felicidad y orgullo siento el placer de informarles que en Venezuela estamos, sin duda alguna, en una posición muy avanzada en eso que llaman desarrollo.  Sólo en nuestro país están ocurriendo situaciones que se soñaron hace varias décadas atrás y formaban parte del mundo fantástico del futuro.

No crean que me estoy refiriendo al hecho de que ahora contamos con dos satélites, el Simón Bolívar y el Francisco de Miranda, ni tampoco a que – según nos promete el gobierno – pronto vamos a estar armando y vendiendo satélites, que según parece tendrán la inscripción “De Falcón pal universo”.  Para ello no hay que hacer mucho esfuerzo: uno le paga esa vaina a los chinos, en cómodas cuotas petroleras, y se logra.
De dónde saco entonces mi afirmación que estamos adelantados al futuro.  Seguro que sabrán que esta semana se cumplieron 50 años de la aparición de la serie animada los Supersónicos, una familia del futuro compuesta por padre, madre, hija adolescente y niño imberbe que contaban con una robot como ama de llaves y un perro como mascota.  Como nos hicieron ver en la noticia transmitida por CNN, ésta serie predijo situaciones que en 2012 son comunes. 
En los Supersónicos aparecieron las puertas corredizas, los televisores de pantalla plana, los teléfonos celulares y las comunicaciones a través de una de video, es decir, profetizaron el Messenger y el skipe.  Aun no hemos alcanzado uno de los elementos de mayor avanzada de la serie como son los autos voladores que se trasladaban por autopistas aéreas perfectamente despejadas, y que se convertían en maletines eliminando la necesidad de estacionamientos.
Sin embargo, y es aquí donde Venezuela se destaca, los creadores de los Supersónicos previeron una cosa loca, más loca que tener carros voladores y robots que preparen la comida y limpien la casa.  Tan loca la situación que sólo en un país como el nuestro era posible:  en los Supersónicos aparecieron por primera vez los moto taxistas.  En un capítulo Lucero, la hija, llega a casa montada en una moto taxi, sin placas, sin usar el casco y sin que el conductor tuviera puesto un chaleco.  Lo que faltó en el guión es que el conductor se despidiera diciendo: “hasta luego mi bella”.
Algo tiene que tener nuestra gente que es capaz de hacer realidad lo imaginado en 1962.  Por eso yo tengo mucha confianza en nuestra capacidad para que pronto no sólo podamos tener carros voladores, sino otros desarrollos tecnológicos que atribuyen al futuro en diversas series: máquinas de tele-transportación, construcciones en el aire o viajes inter-estelares.
Por supuesto, estoy pensando tan solo en aquello que me parece útil, pero no dejo de suponer que en las obras de ciencia ficción habrán adminículos y situaciones que lucen positivas y auspiciadoras de un mejor vivir, pero que en nuestra realidad venezolana pueden terminar siendo algo equivalente a los moto taxistas. 
Si eso nos pasa, nuestro país, más que el de los Supersónicos será el de los Picapiedras.

Alejandro Luy, 29 sep. 2012

jueves, 6 de septiembre de 2012

Cuando no hay solución, hay una salida.


Sería injusto no reconocer que en Venezuela todos las entidades bancarias, las universales y las campestres, las privadas, semi-privadas y las públicas, los bancos conocidos y los desconocidos han hecho de todo para tratar que los clientes vayan menos veces a las oficinas, con el fin de descongestionarse y mejorar sus servicios.  Cajeros automáticos que no solo proveen dinero sino que reciben depósitos en efectivo, banca en línea, call center, autobancos son las estrategias más comunes y evidentes.  Hasta el Estado se ha metido (cuando no) promoviendo una ley que establece tiempo límite para la atención del usuario so pena de multa al infractor, cosa que hasta donde sé no ha ocurrido.
Pero, y usted lo sabe, han fracasado estrepitosamente.  Una hora para hacer un depósito o cobrar un cheque y hasta medio día (ojalá exagerara) para hacer los trámites de CADIVI o abrir una cuenta, son tiempos comunes para cualquiera que pisa un banco.  Y si usted es un pensionado, su tragedia empieza horas antes de abrir el banco bajo el sol o la lluvia.
Como soy un tipo muy innovador, ya he empezado el diseño de un proyecto que plantea el asunto desde otra aproximación, orientándose a brindar a los clientes un beneficio no esperado por pasar horas dentro de la entidad.  Dicho en otros términos, el desastroso servicio bancario que nos roba horas generará una externalidad positiva.  Tan buena es mi propuesta que pienso inscribirla en el Concurso Ideas del próximo año.
Todo se inicia con la pregunta: cómo puede beneficiarse un cliente de estar dentro de un banco.  Y la respuesta es haciendo actividades que mejoren su salud.  El objetivo es que el banco le de a su clientela la oportunidad de utilizar su tiempo en actividades más sanas.
Como si fuera Locatel, en el banco habrá un servicio para tomar la tensión a todos los de la tercera edad.  Ello no solo le permitirá tener el dato preciso de la presión arterial sino que será motivo de conversa entre los viejitos y viejitas que se habrán olvidado del tiempo que tienen esperando.  Previamente, y mientras están en la calle esperando para ingresar, a este grupo de usuarios les haremos que se pasen un pequeño balón medicinal, girando medio cuerpo, desde adelante de la cola hacia atrás y viceversa. 
Para los más atléticos cada banco establecerá caminadoras y sillas de ejercicio con pesas, y un entrenador que monitoreará las series para garantizar que las máquinas puedan ser utilizadas de forma rotativa por los clientes.  Algunos bancos pueden contratar a unas “explotadas” y adoradoras del fitness tipo Norkys Batista o Diosa Canales, para que sean buceadas mientras le llega el turno de pasar al cajero.  Es verdad que no ayuda a la salud, pero cumple con el cometido de que los clientes no se la pasen criticando al banco durante varias horas.
En las agencias principales, más espaciosas y concurridas, pueden programar clases de taichí y hasta de yoga, mientras que en las sucursales más pequeñas, cada cliente puede recibir junto al papelito que establece el orden de atención un par de mancuernas, con el peso adecuado, con las cuales ejercitará los músculos de los brazos.  Otra opción que puede ofrecer el banco son tableros de ajedrez, actividad deportiva de bajo impacto pero que estimula el uso del intelecto.
Yo creo que mi propuesta tendrá una buena aceptación porque está acorde a muchas que suceden en el país:  cuando no puedas solucionar un problema, distrae a la gente.  Esa es la salida.  Por tanto no se extrañen si el primero que la implementa es el Banco de Venezuela.