lunes, 5 de julio de 2010

El Síndrome de la Mujer Maravilla


Del análisis de los super héroes de mi infancia se pueden llegar a tres generalidades: la mayoría son hombres, tienen enemigos específicos y debilidades particulares. Por ejemplo, Superman, pelea fundamentalmente contra Lex Lutor, y la kriptonita es lo único que puede debilitarlo. Con ligeras variaciones, esos patrones los encontramos en Batman (sus enemigos principales el Guasón y el Pingüino) o Aquaman (Manta, su enemigo). Todos estos forman parte de la Liga de la Justicia, donde también está - de manera destacada - la Mujer Maravilla (MM), objeto de nuestro estudio.
Como buena representante de su género, la MM está cubierta de una gran variedad de herramientas - cuasi joyas - que forman parte de su look. Por ejemplo tiene unos brazaletes hechos de metal "fenium" con los que se protege de las balas. Esto lo acompaña con un lazo mágico que obliga a decir la verdad y hace perder la memoria.
Además la MM tiene la fortuna de contar con una de las mayores armas poseidas o deseadas por las mujeres: es bella y no envejece.
Súmenle a todo lo anterior su fuerza, casi equivalente a la de Supermán, y su capacidad de vuelo.
Pero al ser mujer, esta heroina incorporó en su arsenal algo más, que quizás sea lo más femenino. La MM tiene un escudo invisible, al cual no le entra ni coquito. Esta no es un arma para confrontar; es para evitar que los enemigos invadan su espacio. No se trata de repeler el ataque, sino obligar al villano a desgastarse en el intento de sobrepasar el muro.
De esta historia es que surge lo que denomino "El Síndrome de la Mujer Maravilla": la acción se centra en la creación por parte de las mujeres de la barrera para defenderse de los villanos, es decir, de los hombres.
¿Cuál es la finalidad de arriesgarse en una relación si es más fácil sacar el escudo de protección?
El escudo de MM, se traduce en palabras rutinarias de las mujeres como: "vamos por parte", "nada de besos", "déjame pensarlo" (acción de la que casi nunca hay respuesta positiva), "no invades mi espacio", etc., etc., etc.
Lo curioso en el Síndrome de la Mujer Maravilla es que sabiéndose las mujeres poseedoras del lazo de la verdad, prefieren encerrarse bajo su cúpula de cristal; poner la barrera.
No me voy a preguntar por qué será. Total siempre recuerdo lo que dijo Oscar Wilde: "las mujeres son para amarlas, no para entenderlas".

Alejandro Luy
5 de julio de 2010