viernes, 30 de diciembre de 2011

Historia (incompleta) de una pelota de béisbol


He sacado cuenta y en mi memoria tengo presente unas 9 mudanzas que me han rotado entre Vargas, Caracas, Miranda y Carabobo. Si hay algo común en las mudanzas, además del stress, es que las cosas suelen perderse o romperse.
Por eso yo estoy sorprendido de que en tanto tiempo aun me acompañe, y ahora esté frente a mis ojos, una pelota de baseball Wilson que ha sobrevivido a, por lo menos, 7 mudanzas. Sobre el nombre se lee el 74 y bajo él (aparentemente) A1810. Dice también que es “Official Approved Major League Specifications”, Made in Usa.
Tiene varios asuntos curiosos ésta pelota. En primer lugar no recuerdo el momento o el lugar donde la obtuve. No sé si estuve en el estadio junto con mi padre, o mi padre fue solo en esa oportunidad, o si algún tercero me la regaló. Aun cuando soy fanático del beisbol no he ido a muchos partidos, ni cuando pequeño ni cuando grande. Sin embargo, no olvido que una noche fui con mi papá al estadio a ver a jugar a los Leones del Caracas y él me compró un casco de plástico negro con una “C” en el frente.
La segunda cosa es que la esférica está firmada por 16 jugadores, muchos de ellos ilegibles o legibles parcialmente. Más que una curiosidad resulta una lástima no poder tener todos los nombres. De los que he podido identificar, y aquí el tercer asunto notorio, la mayoría son dominicanos. Por este último dato mi primera conclusión es que la pelota fue autografiada durante una Serie del Caribe, la del 70 o la del 73, ambas celebradas en Caracas y que tuvo como representantes de República Domincana a Los Tigres de Licey. Al no tener la certeza de este dato, ni saber dónde buscar la información exacta (por ahora) este es el primer elemento que utilizo para calificar a ésta historia de “inconclusa”.
¿Cuáles son los nombres que pueden leerse en la pelota? ¿Quiénes eran esos tipos? A continuación los que pueden descifrarse:
La trilogía de los hermanos dominicanos Rojas Alou: Felipe, Jesús y Mateo. En la pelota Felipe y Jesús sólo colocan “Alou” pero Mateo utiliza los dos apellidos “Rojas Alou”. En la lista de jugadores y managers de los Tigres de Licey de Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Tigres_del_Licey) se puede verificar que ni Felipe ni Mateo jugaron para este equipo, pero sí lo hizo Jesús, quien también jugó para Caracas en la 62-63. Mateo jugó para el Pampero (61-62) y para el Caracas (62-63) (http://www.lvbp.com/LVBP_2012/imagenes/img_si/LVBP_Bateadores_CD.pdf). Sin embargo, los tres hermanos jugaron para Leones del Escogido, así que la lógica indica que al menos dos de ellos vinieron reforzando al Licey.
Chichí Olivo: Federíco Emilio “Chi-chí” Olivo es un dominicano que jugó para los Tigres de Licey y en la temporada 1961-1962 jugó para el Oriente en Venezuela.
Dagoberto “Bert” Campaneris: Nació en Cuba en 1942. No aparece en la lista de Los Tigres de Licey de Wikipedia, ni en las de Leones del Escogido, Águilas del Cibao o las Estrellas Orientales. Pero en Venezuela jugó con dos equipos en 4 temporadas. Con Lara en la 68-69 y en la 82-83; mientras que con Caracas en la 65-66 y en la 72-73. Ésta última es justamente una de las dos temporadas que tenemos como posibles fechas para la firma de la pelota. Bien podría haberse colado Campaneris, jugando para Venezuela, en la firma de autógrafos entre los jugadores de Licey.
Juan Marichal: Uno de los más famosos lanzadores dominicanos que pertenece al Salón de la Fama del beisbol de los Estados Unidos de América. Marichal jugó en su carrera en la República Dominicana para Los Leones del Escogido y estaba activo en los años en que ubicamos la firma de la pelota, y suponemos que fue refuerzo del Licey.
Marcelino López: No aparecen referencias de este jugador en las listas de Tigres de Licey, Leones del Escogido, Águilas del Cibao o las Estrellas Orientales.
Con algunas dudas se leen Larry (¿?) Miecci (¿?) y Rolando (¿?) Rivas, pero no se encontró ninguna referencia de esos nombres en http://www.baseball-reference.com, las listas de jugadores de Tigres de Licey, Águilas del Cibao, Estrellas Orientales o Leones del Escogido, o el registro de bateadores de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.
Cierran dos nombre ilegibles, uno con apellido González y otro Fuentes. Otros 5 nombres son indescifrables.
La conclusión, con datos pendientes para corroborar, es que la pelota fue firmada durante la Serie del Caribe realizada en Caracas en 1973, en la cual los Tigres de Licey fueron campeones con record de 5 ganados y 1 perdido, cuando fueron dirigidos por Tom Lasorda (según http://www.beisbolvenezolano.net/2009/03/historial-campeones-de-las-series-del-caribe).
¿Continuará? Sólo si alguien con más información o experiencia nos guía o aporta guiarnos en la búsqueda de más datos que nos permitan llegar a una conclusión indiscutible.

Alejandro Luy
Diciembre 30, 2011

Fotos de la pelota
La superior es del sector donde está la de Chicí Olivo y Juan Marichal

Bajo este texto

La firma de Campaneris y Jesús Alou


La firma de Felipe Alou y Marcelino López

domingo, 18 de diciembre de 2011

Agua, jabón y ghetto


Vivo desde hace dos alcaldes en el Municipio Libertador del Distrito Capital, lo cual es parte pero no toda Caracas. He vivido los buhoneros con licencia para operar de parte de Bernal y también el ser y no ser de Jorge Rodríguez sobre el problema del “comercio informal” (¿o será el comercio ilegal?). Y digo que ser o no ser porque cuando ha convenido (¿al igual que Bernal?) voltea la mirada, tal como lo hace en estos momentos, para que la gente venda en todas las calles del municipio. Si no puedes resolver el problema, ignóralo es su consigna.
Esperanzado en que un nuevo alcalde, que deberá venir de la oposición, pueda cambiar algo, he estado viendo las ofertas de algunos de los precandidatos y pensando lo que yo – como ciudadano y votante – deseo de ese funcionario para ésta parte del país, donde se asientan todos los poderes públicos y parece que todos los males.
De los que están para batirse en duelo el próximo 12 de febrero a quien más he escuchado es a Antonio Ecarri, cuya bandera es la educación, tanto así que sus pancartas y calcomanías son un lápiz. Adicionalmente ha dicho que garantizará la seguridad de los caraqueños.
Justamente esas dos ofertas de este pre-candidato son las que garantizarán que yo – por ahora - no vote por él. ¿Por qué? Porque para mí el alcalde es un conserje y ellos no están, no pueden, carecen de la infraestructura y los recursos para lograr una educación de calidad que cambie significativamente en cuatro años a los carqueños. Está bien que quiera insertar “educación ciudadana”, ciertas normas de conducta, pero para mí eso es una herramienta pero no es el fin en sí mismo. También es mentira que pueda hacer mucho por la seguridad. Puede fomentar canchas, torneos, bibliotecas, espacios iluminados y vigilados, pero si “al pata e´loro” no lo agarran y lo juzgan el tipo seguirá jodiendo el parque.
Pero como no se trata de una animadversión contra Ecarrí rescato una oferta por la cual consideraría apoyarlo. Palabras más palabras menos, el pre-candidato ha dicho que Caracas lo que necesita es una buena lavada con agua y jabón. Ésta afirmación demuestra que el señor conoce o ha pateado la ciudad.
“Mi primera acción de gobierno será la limpieza de calles, plazas y avenidas con agua y jabón” puede ser el disparador para que yo acuda a votar por el candidato que públicamente la espete reiteradamente hasta que me convenza de que el está convencido de que por allí se empieza. Ya Ecarrí lo dijo una vez, para mí no es suficiente, aunque va por buen camino.
De manera complementaría podría decir voy a recuperar las plazas, iluminarlas y colocar vigilancia, y que va a declarar “áreas liberadas de buhoneros” (fíjense que no le pido que me ofrezcan que van a acabar con ellos, porque nadie lo va a hacer). Es decir, estoy dispuesto a votar por el candidato que mínimo me garantice un ghetto bonito y seguro dentro del caos de la ciudad.
Así que Blanco, García, Ecarrí, González, Melo y Miquelena, mis oídos esperan sus primeras palabras de política pública municipal: agua, jabón y ghetto, venceremos.

Alejandro Luy
18 de diciembre de 2011

domingo, 27 de noviembre de 2011

Que vengan muchos y más a menudo


Bueno si, porque hay que negarlo si es evidente. Ya que vienen los mandatarios de todo el continente a la Cumbre del de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) el gobierno ha empezado a limpiar, arreglar y adornar las calles y demás espacios públicos.
Claro, la gente señala – y con razón - que las mejoras son solo en las vías por donde han de pasar los visitantes y se tratan de pañitos calientes, de puro maquillaje, como tantas veces ha ocurrido cada vez que uno o varios presidentes y gobernantes de otros países tocan en esta tierra de gracia. Están, como dice la vieja expresión, “barriendo por donde pasa la reina”.
Por supuesto la gente lo que sugiere es la necesidad de un programa de mantenimiento rutinario, y así, cuando vengan los importantes visitantes internacionales, lo único que tendrían que hacer es poner las banderitas. Pero yo creo que eso es mucho pedir, y como soy pragmático prefiero alabar esta acción puntual y dar unas sugerencias para que todos nos veamos beneficiados.
Fundamentalmente creo que debemos invitar mensualmente a uno o varios presidentes, primeros ministros, reyes, reinas, príncipes o princesas, para que en cada oportunidad le den la limpiadita a la parte de la ciudad por donde pasarán. Mientras más gente venga, más mantenido estará el país.
Para cada visita, las autoridades podrían hacer una encuesta con la finalidad de que los ciudadanos indiquen cuáles parroquias, monumentos, plazas, calles o avenidas deben ser acondicionadas. Por ejemplo, yo podría pedir que durante la reunión de CELAC, Cristina Fernández se pasee por La Candelaria, para que visite la Plaza y entre a la Iglesia a colocarle una velita al Dr. José Gregorio Hernández, importante en estos tiempos tanto en lo político como en lo espiritual. Así seguro que limpiarán la Plaza, sacarán a los buhoneros de la zona y quitarán el mugre de las aceras, cosa que no se hace – quizás – desde la primera visita de Juan Pablo II. Por unos días quienes allí viven y trabajan serán felices.
Pero no se trata solo del mantenimiento de la ciudad ya que mi propuesta puede tener beneficios en otros aspectos de nuestra vida diaria. En esto un factor importante es la escogencia de los hoteles donde pasarán las noches. Las autoridades deben considerar alojar a los distinguidos convidados en la más amplia variedad de hoteles, ubicados en toda la ciudad o estado. Dado que cada uno requerirá la más alta protección policial, acto seguido la zona donde se aloje presentará un incremento en la seguridad, y la gente podrá salir, al menos una noche, a caminar sin sentirse amenazado.
Si todo esto llegara a implementarse, los ciudadanos comunes le daremos más valor al trabajo de la Cancillería. Buena parte de nuestra esperanza y felicidad estaría unida a frases como “el Gobierno Nacional hizo una invitación al Presidente de la República X para que visite el país” o “en Marzo se celebrará en Maracay la Cumbre de los países que organizan Cumbres y no quieren pasársela de Cumbre en Cumbre”. Música para nuestros oídos.
Invito a todos a apoyarme y dejar de quejarse porque generosamente el gobierno limpia nuestros espacios públicos cuando alguien viene a casa. ¿Acaso no es lo que hace Usted en la suya?

Alejandro Luy
27 de noviembre de 2011

martes, 22 de noviembre de 2011

Kico Bautista: es el imprinting


I
Un pato se comporta como un pato, entre otras cosas, porque cuando sale del huevo está su mamá pata, a la cual el va a seguir e imitar, por puro instinto. Eso, al ser descubierto por etólogo Konrad Lorenz, fue llamado “imprinting”.
En el año 2000, con motivo de la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional, yo introduje el concepto de “imprinting político” para explicar el comportamiento de estos hacia los diputados de los partidos que eran minoría (que puede leer aquí).
II
Una vez que Kico Bautista manifestó su discrepancia a la acción de Diego Arria contra el Presidente Chávez en la Haya, se encontró en el TT del twitter por la andanada de agresiones, descalificaciones, insultos que le propinó una buena parte de los twitteros venezolanos, identificados – furibundamente – con la oposición. Era obvia la molestia de Kico porque las palabras que le enviaron surgían de los intestinos, no de la razón.
Kico, así como en el 2000 descubrí el porqué de la conducta de los nuevos diputados, creo que en esta ocasión he hecho lo propio al darme cuenta de que esta reacción en la red social no es otra cosa que un nuevo tipo de imprinting.
Hay que entender que después de 13 años de pura polémica y casi nada de discusión argumentativa, de 13 años de programas de televisión dedicados a menospreciar al que no piense como yo, de 13 años de (des)calificativos y epítetos de lado y lado, la gente está formada para atacar tus ideas desde la tapa de la barriga, desde los intestinos y no desde el cerebro, nos puedes esperar algo políticamente elaborado. ¿Qué puedes esperar de los twiteros de un país donde la gente hizo guardia en sus edificios para evitar que las hordas vinieran a invadir y el canal del estado transmite grabaciones obtenidas de manera ilegal? Después de 13 años no puedes esperar que nuestros twiteros sean Mandela.
El imprinting no es justificable, sólo entendible. Por eso un pato es un pato.


Alejandro Luy
22 de noviembre de 2011

Imprinting político


I

El término no tiene traducción precisa al español y fue acuñado en 1937 por el etólogo Konrad Lorenz en su artículo "The companion in the bird´s world" publicado en la revista Auk. Este investigador se encargó de incubar huevos de gansos, asegurándose de que la figura que vieran los polluelos en sus primeros momentos de vida fuera su humanidad. Inmediatamente los gansitos le seguían y asumían a Lorenz como su madre. A esta forma de aprendizaje que sólo puede ocurrir en un breve "período sensible" posterior al nacimiento y que además tiene un carácter irreversible se le llamó imprinting.

Sucesivas investigaciones demostraron que el imprinting está presente es otras especies de aves como patos, faisanes y pollos, pero también en insectos y mamíferos. Posteriormente, este comportamiento descubierto por Lorenz fue denominado imprinting "filial", en contraste con el imprinting sexual descrito en años posteriores y el imprinting político que hoy yo, biólogo de profesión, me dispongo a acuñar.

II

La mayoría de los diputados de la Asamblea Nacional son -política y etariamente hablando- señoras y señores jóvenes. Cuando salieron de su cascarón y levantaron sus cabezas consiguieron ante ellos a quienes se convertirían sus referencias, guías de pensamientos y desempeño. Modelos a seguir. Padres políticos, y no precisamente porque fueran el progenitor del cónyuge.

Encontraron a un partido Acción Democrática que fue mayoría aplastante durante los últimos 40 años de la IV República, y a un Copei que les acompañó en el levantamiento de manos cuando era conveniente (para ellos, se entiende). Poco le importaban las opiniones y quejas de los partidos minoritarios que se sucedieron en el Congreso desde 1959 hasta 1993: Partido Comunista, URD, MAS, MEP, MIR, Causa R y Patria Para Todos, entre otros.

Por eso, así como los gansos seguían a Lorenz, los asambleístas del bloque oficialista caminan tras las bases y actitudes que una vez enarbolaron los llamados partidos tradicionales.

Mis estudios de etología política me han llevado a la firme convicción de que no es "mala gana" la burla de estos diputados ante el disenso de algunos grupos de la sociedad civil o el menosprecio hacia los comentarios de la gente del Movimiento Primero Justicia. Sólo se trata de instinto básico. Imprinting político. Aprendizaje que no se puede revertir.

Lo anterior aclara la utilización del método de la aplanadora para imponer sus criterios y abortar cualquier amago de discusión. De allí que entiendan la Constitución de la manera que les resulta más útil. ¿Cuál otro motivo podría tener la bancada oficial con mayoría en el parlamento para hablar de democracia participativa y al mismo tiempo conformar una comisión de 15 diputados (más seis no diputados) para postular -imponer puede ser sinónimo en estos tiempos- al fiscal, contralor, defensor del pueblo y los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia? Sólo el imprinting lo puede explicar.

Gracias a este comportamiento natural, sería comprensible que uno de estos días, ante un hecho significativo que amenace con cambiar la vida del país, algún asambleísta de la mayoría oficialista pida la palabra y clame en el hemiciclo: "muerte a los... enemigos de la revolución".

Alejandro Luy

Publicado en el diario El Nacional, Noviembre 2000
Ilustración: Rogelio Chovet

domingo, 30 de octubre de 2011

Un perro con tres bolas


En estadística lo “normal” es aquel valor que más se repite. En el Diccionario de la Real Academia Española, una de las acepciones es “que se haya en su estado natural”. En otras palabras, y combinando ambas definiciones, normal es aquello que más vemos y no nos sorprende. Normal es que un perro tenga dos bolas.
Igualmente, para describir un país, tendríamos que utilizar aquellas características objetivas que lo representen a él, los habitantes y sus conductas, y así conformar lo “normal”, su “estado natural”. Esto es particularmente útil para que los visitantes o inmigrantes no sufran un “shock cultural”.
El otro día me comentaba un colombiano que un venezolano se había mudado desde Puerto La Cruz a Bogotá y encontraba todo más caro. Y tiene razón: lo normal en Bogotá es que usted pague mucho por los servicios de agua y luz, y que la gasolina sea un lujo, vainas que en Venezuela son – y usted sabe que no exagero – regaladas.
Como tengo varios amigos fuera del país, coterráneos y extranjeros, que están planteando su venida en los próximos meses yo he decidido tratar de escenificar la normalidad en nuestro territorio para que llegado el momento no sientan que están viendo un perro con tres bolas.
Enumero los signos de nuestra normalidad:
1. En este país se vive con inflación. Venezuela tiene una inflación de al menos dos dígitos desde los 80. Sólo en los últimos once años, la más baja ha sido de 14%. Por tanto, que los productos y servicios aumenten mes a mes es lo más natural. Aquí no somos como en la mayoría de los países de América donde la inflación es menor al 5%. Sépalo y no se sorprenda.
2. En este país no es fácil comprar monedas extranjeras. Desde 2003, hace 8 años pues, existe algo llamado CADIVI, quien decide cuándo, cómo y cuánto usted puede comprar de dólares o euros para viajar o gastar. Olvídese de ese país donde uno dice “como el viernes me voy de viaje a Miami, mañana martes voy a pasar por el banco a comprar unos dólares”. Eso es un perro con tres bolas. Lo normal son unas carpetas correctamente foliadas, varias horas en un banco, con al menos 15 días de anticipación al viaje, con un boleto sellado por la agencia de turismo o la aerolínea, para que CADIVI te autorice 300 dólares en efectivo y 300 en el uso de la tarjeta de crédito si vas para Bogotá, ya sea un día o dos semanas.
3. En este país se compra lo que hay. Siento que debo ser muy preciso en la explicación de este punto. En este país decir “voy al supermercado a comprar leche, café, azúcar, arroz y aceite porque los necesito” no es normal; eso no se hace aquí. Lo normal es decir “voy a ver si consigo café o leche o aceite o azúcar o arroz” sin indicar en dónde lo espera conseguir ni mostrar una predilección por alguno de ellos. En Venezuela usted puede necesitar café, pero si lo que consigue es leche que están vendiendo un camión frente a Parque Carabobo, la compra.
4. En este país tenemos emociones en sitios insospechados. Vinculado a lo anterior, cada vez que por suerte nuestra necesidad de un producto coincide con su disponibilidad en el sitio adonde hemos ido a comprar, se suscita una felicidad única, la cuál es comunicada inmediatamente a la familia y a los amigos, y se torna en tema de conversación: ¡conseguí mazeite! ¡conseguí leche! ¡conseguí pañales! ¡conseguí stilnox! Conseguí es sinónimo de felicidad, quizás por ello somos uno de los países más felices del planeta.
5. En este país se bebe mucho alcohol, especialmente whiskey escocés. Usted no debe temer una respuesta negativa o miedo de ofender a algún venezolano si le dice “vamos a echarnos unos traguitos”. Venezuela es el mayor consumidor per capita de whiskey en Latinoamérica y está entre los 5 mayores del mundo. También bebemos bastante cerveza.
6. En este país ir al banco es un asunto que toma tiempo. Yo se que los bancos en el mundo son de los peores servicios que existen, pero la dedicación en Venezuela en términos de hora/hombre tiene un grado superlativo. Aun muchos venezolanos, inconscientes de esta normalidad, dicen “voy un momento al banco”. Se ha demostrado que estos seres tienen un daño cerebral que les impide manejar coherentemente los lapsos de tiempo. Es como la gente que no siente dolor o que no puede oler de la cual uno se entera viendo Discovery Channel o NatGeo.
7. Y por último, en este país la silicona está sembrada en la patria. Un asunto normal es que usted vea mujeres con las tetas operadas cada día. No importa si es una camionetica, en el metro, en la farmacia o caminando en el Sambil. Puede ser en Mérida, Caracas, Maracaibo, Tucupita, Margarita (obvio) o San Fernando de Atabapo. Las siliconas probablemente es la normalidad que más agrade al visitante masculino.

Creo que es preciso aclarar que en este artículo no estamos abogando por esta “normalidad”, pero “esto es lo que hay” (Amigos Invisibles dixit) desde hace años o décadas. Por tanto no hay que sorprenderse.
Ahora, si me preguntan, yo creo que es tiempo de cambiar. Al menos sobre los seis primeros puntos estaría satisfecho si Venezuela pasara a ser un perro con tres bolas.



Alejandro Luy
30 de octubre de 2011

viernes, 21 de octubre de 2011

Sobrevaluados


En el momento que emprendí a escribir este artículo temía por la reacción chauvinista de aquellos que, a cuenta de defender a la patria, son incapaces de ver la realidad que nos describe. Pero luego, y ahora me toca comprobarlo, creo que por el contrario los comentarios a este artículo darán mi razón a mis palabras: brindando servicios, los venezolanos estamos sobrevaluados, en otras palabras tenemos un desempeño mediocre pero creemos que estamos entre lo mejor del mundo.
A partir de innumerables pruebas vividas por mi o por terceros en el territorio venezolano, con empresas públicas y privadas, en hoteles de cinco estrellas o vendedores de empanadas, pasando por maître de un restaurant, en un call center o en el terminal de una línea de autobuses, así como por comparación con otros países es muy poco esperanzador obtener una respuesta satisfactoria, amable, adecuada en tiempo y alcance, de cualquier venezolano del cual requiramos una asistencia, no por dádiva, sino porque es la retribución al ser ciudadanos o clientes.
En el hotel 5 estrellas ubicado en el sector de El Rosal en Caracas, que pertenece a una cadena presente en más de 73 países, usted no deja los paquetes para un huésped en el mostrador de la recepción, sino que debe salir a la calle y tomar un acceso hacia los sótanos del hotel, donde un guardia recibirá la encomienda. En otro hotel tan estrellado como el anterior, un amigo colombiano pidió una café con leche y la camarera le respondió “será café negro porque leche no hay”.
La chica que atiende la taquilla de pago del servicio eléctrico en el centro de Caracas, podría responder los buenos días (nadie le pide que tome la iniciativa para ofrecerlos), pero por el contrario se limita a ver la cuenta, decir cuanto debes pagar, y – sin verte la cara – te ordena que tú mismo tomes el recibo que acaba de imprimirse.
La línea de autobuses que cuenta con sus terminales privados en varios estados de Venezuela, argumenta que la factura no puede salir a nombre de una empresa, a cuenta de un seguro de los pasajeros. No vale la pena decir que otra línea si lo hace y que nada tiene que ver una cosa con la otra. No hay factura a una persona jurídica. La empresa de la competencia – equiparándose a todas las líneas aéreas de Venezuela – nunca sale a tiempo, ni siquiera luego de haber hecho ajustes a sus horarios y rutas. Así, un recorrido de dos horas se convierte en otro de tres horas y media. No hay a quien reclamar.
Un caso que expresa comparativamente nuestro problema lo vivió una amiga venezolana quien por un asunto de su tarjeta de crédito debió llamar a las oficinas de los Estados Unidos, Colombia y Venezuela. La misma franquicia. ¿Dónde la trataron mal, le contestaron grosero y le tiraron el teléfono? Adivinó: en Venezuela.
Este año, durante un vuelo internacional, un funcionario ecuatoriano me comentaba con pena “que malo es el servicio en Venezuela”, y solo había estado dos días en un hotel donde los 500 dólares de tarifa no incluía el desayuno y el check out se demoraba 40 minutos.
Día a día, en la panadería, en el Metro, en los bancos (¡ay los bancos!), en la clínica privada o el hospital público, en el ministerio, en el seguro del carro, en la tienda de ropa, el supermercado, mayoritariamente conseguimos gente que se siente demasiado importante como para atendernos bien, independiente de su procedencia, género, raza, religión. Gente que les es fácil decir “si no te gustas te vas”.
Y si ustedes creen que es demasiada especulación y exageración de mi parte, cierro con esta historia. Un amigo que ocupa una importante dirección en un ministerio, que durante toda su vida profesional ha vivido las vicisitudes de esa dependencia, un día reunió a los técnicos para hablarles de lo que se decía en la calle acerca de ellos y su forma de trabajar. ¿Cuál fue la reacción? ¿Sorpresa? ¿Pena? No, indignación porque aquel recién llegado les espetaba esas “ofensas” ¡Qué bolas marico!, seguramente dijo más de uno.
Seamos sinceros: nosotros, los venezolanos, nos creemos la tapa del frasco y por tanto el servir a los demás es un acto de caridad que por supuesto el receptor debe agradecer aunque le cueste al precio de una habitación de un hotel cinco estrellas o el pasaje de la camionetica.
Así son las cosas aquí. Y si no te gusta, te vas.

Alejandro Luy
Octubre 2011

Ilustración: Rogelio Chovet

sábado, 8 de octubre de 2011

Limosna


Quien viaja en las camioneticas de Caracas cada día se encuentra a vendedores que ofrecen lápices, libretas, chocolates y otros dulces casi invariablemente a nombre de una asociación que se esfuerza por ayudar a jóvenes drogadictos. Una que otra vez, los vendedores se atreven a confesar motivos absolutamente personales.

Pero también se ha puesto de moda que el medio de transporte público se convierta en espacio para lanzar demandas ante problemas de salud, y de esa manera acopiar dinero para una medicina, un equipo quirúrgico o para la propia operación. Hasta hace poco había sido testigo del discurso de hombres y mujeres con tensión alta, deficiencias visuales, madres de niñas con labios leporinos, y hasta un hombre que sin desparpajo hizo una doble solicitud: por su rótula y una hernia inguinal, que tuvo a bien mostrarnos.

Aun cuando me harta tanta pedidera, entiendo la lógica que subyace: los autores ven en esa estrategia la manera más rápida de solventar sus tristes situaciones.

Pero hace unos pocos días una mujer de unos 40 años, rompió la monotonía de la limosna de la camionetita, cuando bien vestida y maquillada, con una belleza propia de su edad interrumpió - para empezar su discurso - con un "buenas tardes señores pasajeros".

"Quisiera pedirles su atención por un momento", dijo mientras trataba de cubrir a todos con su mirada. "Yo soy una madre divorciada y con tres hijos, que cuenta con un pequeño negocio que permite pagar la deuda del apartamento, el colegio de los muchachos, su alimentación y una o dos salidas al centro comercial al mes. Lo que ganó no me permite otros gastos, mucho menos ahorrar".

"Y se preguntarán", continuó, "¿en que podemos ayudar a esta mujer?. Pues sucede que estoy teniendo un grave problema de autoestima que esta afectando notablemente mi desempeño profesional y mi capacidad de conocer gente y -por supuesto- tener un amante"

"A cada uno de mis hijos los amamanté diligentemente por más de seis meses. En cada oportunidad mis senos brindaron toda la leche necesaria y adquirieron notables volúmenes. Pero una vez finalizado el ciclo, ellos dejaron de ser los senos que tan orgullosa lucía antes de mi primer embarazo. Cada día cuando me los encuentro en el espejo me sorprendo de lo feo que están, y por ello siento miedo en mostrarme desnuda ante un hombre. Desde hace ya dos años -cuando se inició mi divorcio- no he vuelto a tener sexo".

"Por eso quisiera solicitarle su colaboración para pagar la operación que me lleve a colocarme unas buenas tetas de 300 c.c. de siliconas, que me hagan lucir más joven, más bella, más apetecible para los hombres y me permitan reinventar las noches de placer".

Todo eso lo dijo con voz firme y un demostrado optimismo, antes de dar una estocada sorprendente a quienes la mirábamos atentos: "¡esto es lo que quiero cambiar!" y acto seguido abrió su camisa e hizo aparecer unos senos planchaos, caídos y desproporcionados; unas tetas horrorosas.

Hombres y mujeres sacaron sus carteras. Yo puse 20 mil bolos.

Publicado en El Mundo. el 23 de septiembre de 2004

Ilustración Rogelio Chovet

domingo, 18 de septiembre de 2011

Demasiadas hélices


Si usted tiene más de un mes viviendo en la zona metropolitana de Caracas o en sus ciudades dormitorios, ubicadas entre Maracay y Caucagua, La Guaira y Ocumare del Tuy, ya sabe a la perfección la dinámica del tráfico, hora por hora y día por día. Que el lunes es el peor para entrar a la capital a partir de las 5:30 de la madrugada y que el viernes es un desastre llegar a casa, lo saben quienes viajan en carros particulares, autobuses o camioneticas.

Para usted no es ninguna sorpresa que entre las cuatro de la tarde y las ocho de la noche el distribuidor Altamira es un estacionamiento. Tampoco se extraña que su recorrido de 24 kilómetros entre Los Teques y el puente de Coche le tome -al menos- una hora.

Usted está en perfecto conocimiento de que tardará dos horas más en trasladarse desde Baruta a la Plaza Venezuela si se le ocurre salir después de las 6:30 de la mañana. No es un misterio para quienes viven en Guarenas, Guatire, la Urbina, Lomas del Ávila y sitios cercanos que en la Cota mil la cola en la mañana es en el sentido este-oeste y en la tarde oeste-este.

Conseguir una tranca en las avenidas Francisco de Miranda, Sucre, San Martín, Urdaneta, Baralt o la principal de las Mercedes, gracias a los semáforos, los autobuseros y camioneteros, no causa asombro a ninguna hora del día.

Un buen habitante de Caracas incluso conoce a la perfección los caminos verdes para desplazarse lo más rápido posible desde el suroeste hasta el norte de la ciudad, desde Caricuao a la Castellana y desde Catia a Los Rosales.

A pesar de este diagnóstico, que seguro compartirá conmigo, no una, sino a dos cadenas de radio en la capital, les ha dado por tener servicios de información de tránsito para los caraqueños usando sendos helicópteros. Reviven aquellas épocas cuando una avioneta "la Tango Tango Fox" salía de La Carlota para comunicar a Radio Caracas Radio la situación del tráfico.

Y yo no le encuentro razón. ¿Para que nos dan un servicio que no necesitamos? ¿Cuál es la ganancia para los conductores? ¿Por qué los que sostienen a los helicópteros en el aire "incluyendo a los anunciantes" creen que el sonido de fondo de las hélices, el bendito tucutucutucu, y la voz de un locutor hablando de las marchas lentas o los fuertes retrasos, puede proporcionar una mejor calidad de vida a quienes estamos encerrados en nuestros carros? Desde las benditas máquinas, los datos sobre el tráfico de Caracas se asemejan a los que proporciona un contador: es la información más precisa que no sirve absolutamente para nada. Estoy convencido de que si estas radioemisoras graban el programa del martes, este puede ser repetido el miércoles o el jueves y nadie notará la diferencia.

Así que yo me pregunto, para qué dos helicópteros sobrevuelan la ciudad. Acaso para qué en stereo nos digan la misma vaina. Es más, seamos razonables: cuál es la necesidad de que un solo helicóptero viaje por nuestros cielos con el único fin de traducirnos la tranca que día a día vivimos.

Alejandro Luy

Notas:

1. Artículo Publicado en El Mundo, febrero de 2004

2. Traffic Center está cumpliendo 11 años en el aire.

3. En la actualidad, Traffic Center, La Máquina y VTV (en el helicoptero del DIBISE) dan servicios de tránsito. Es decir empeora el tráfico y más medios nos lo recuerdan..

Ilustración Rogelio Chovet

martes, 6 de septiembre de 2011

¿Censo en el salón de fiestas? ¡Olvídenlo!


Muy temprano en la mañana entré en estado de alerta cuando esto leí en la prensa del domingo 4 de septiembre:
“El miedo a la inseguridad no está en las preguntas del censo 2011. Sin embargo, Janeth Maldonado, miembro de la junta de condominio del edificio San Francisco, en Caurimare, conoce la respuesta de sus vecinos ante el auge delictivo en la ciudad.
“Tememos a la delincuencia; ya se nos hace difícil abrir las puertas. Por eso sentimos alivio al escuchar a Elías Eljuri, presidente del Instituto Nacional de Estadística, quien asegura que no es obligatoria la entrada de los empadronadores al hogar.
Decidimos utilizar el salón de fiesta para llevar a cabo la consulta”, explicó.”

Yo de verdad espero que los miembros de la Junta de Condominio del edificio donde vivo, así como varios furibundos vecinos, no hayan leído la noticia o que lo de haberlo hecho haya sido sin café en las venas. Porque en mi edificio vive gente de varias nacionalidades que tienen los defectos propios de la gente de todas las nacionalidades, es decir las de todos los seres humanos, a saber: 1. les encanta copiar cualquier idea sin saber pa´ qué sirve, 2. creen que su idea, que es una idea copiada, es tan buena que asumen que a todos les debe gustar, 3. a cuenta de presidir algo – en este caso la Junta de Condominio – inmediatamente deciden por todos, y, posiblemente el más importante para esta circunstancia, 4. no saben guardar un secreto.
Pero como sé que mi deseo no se cumplió y que a estas horas la Junta de Condominio debe estar redactando el papel que va a pegar en la cartelera anunciando los horarios en los que los empadronadores estarán sentados en el salón de fiesta esperando a los vecinos, me he puesto alerta para evitar este “retrato de grupo”.
Porque, una vaina es que un joven, contratado por el INE te pregunte el nivel y las fuentes de tus ingresos, para convertirlos en una estadística y otra muy diferente es que la vecina del piso 10 - que vive dándole correazos y peleando con su hijo de 9 años – use la información como tema de conversación con sus amigas del edificio y la conserje.
Que el gobierno sepa que voy a clínicas, tengo seguro privado, contamos con lavadora y calentador del agua, es menos peligroso que sea conocido por la mujer del 7-B, que se la pasa en el pasillo de entrada hablando con el desempleado de 6-C, y con la gorda del 9-D.
Me puedo imaginar a las amargadas madre e hija que viven en el primer piso, riéndose en el ascensor después de que yo me declare “blanco”, o el gordito del 4-A tratando de entender porque yo dije al empadronador que “aquí viven dos familias, una está conformada por mis hijas y mi hijo que tienen a esta casa como hotel”.
Así, empadronarse en el salón de fiestas es un ejercicio muy peligroso ya que tu información la compartirás con un desconocido – el empadronador – y muchos “conocidos” que diariamente te ven salir y entrar de tu casa.
Si ya sabemos que los empadronadores tienen su gorrita, su chaleco con la identificación bien expuesta, y que no tenemos porque dejarles entrar a la casa, para qué carajo tenemos que hacer una merienda en el salón de fiestas para responder la encuesta del censo. ¿Qué necesidad tenemos de copiarnos de la gente de Caurimare?
Así que, por encontrarlo menos peligroso, prefiero ser solo una estadística para el gobierno que una fuente de información para mis querid@s vecin@s. Para el salón de fiestas no voy ni que pongan ron, vino tinto, empanada gallega y tequeños.

Alejandro Luy
Septiembre 5, 2011

Foto: La cartelera del edificio donde vivo.

lunes, 29 de agosto de 2011

Allí viene el censo


Como usted debe saber – o debería – el 1 de septiembre empieza en Venezuela el Censo de 2011, que tiene varias diferencias con las anteriores jornadas. En primer lugar, durará 3 meses. Hasta hace 11 años el censo se hacía en un día, durante la jornada de domingo de “toque de queda”.
Pero hay otras notables diferencias que tienen que ver con nuestros tiempos; los tiempos de Venezuela. Por ejemplo, ya los empadronadores no cargarán un paquete de encuestas impresas, sino que contarán con un dispositivo electrónico, casi un smart phone, que hará que los datos se almacenen y transmitan más rápidamente. Debido a la inseguridad, que todos sabemos que no existe pero que la mayoría de la población percibe, ya la campaña no habla de “ábrele las puertas al censo”, como rezaba en 1990, sino que informa que los encuestadores estarán perfectamente identificados, que habrá un número de teléfono para verificar sus datos y que – aunque suene insensible – usted no tiene que abrir la puerta ni para darle agua.
Finalmente, la mayor de las diferencias, es que ahora el censo constituye un motivo de desconfianza en este país. Lo que siempre había sido advertido como un trabajo técnico, hoy es medido con la sospecha de ser un hijo de la Lista Tascón, inefable instrumento que ha servido para la segregación “discreta” y la exclusión en un país donde el gobierno se jacta de inclusivo. Como dice el dicho “el que le pica macagua, le coge miedo al bejuco”.
Afortunadamente, el señor Elias Eljuri, Presidente del Instituto Nacional de Estadística, y su equipo han entendido esa triste realidad de nuestra reciente historia y se ha esforzado por despolitizar y neutralizar un proceso que debería ser trivial en un país civilizado. Por eso no me sorprendió, o lo hizo gratamente, que Eljuri y el Coordinador del Censo, Luis Gerónimo Reyes, fueron el lunes 29 a un programa en Globovisión, canal al cual ningún funcionario público del PSUV puede dar una declaración y mucho menos invitar a alguna rueda de prensa, para hablar del proceso.
Ahora, antes de esta comparecencia del INE a Globovisión, ya yo había decidido recibir al censo y responder a sus preguntas. Total, hay que ser bien pendejo para pensar que el Gobierno no sabe exactamente todo acerca de ti. Cruzando la información de la declaración de impuesto, RIF, CADIVI, registros públicos, Seguro Social, movimiento migratorio, y la de sus deudas y cuentas, y – por supuesto – la Lista Tascón, lo único que quizás no sabe el gobierno es su tipo de sangre. El mío es O Rh+.
Pero en la entrevista del INE en Globovisión dijeron una cosa que para mí es clave: nadie va preso por no responder al censo, por tanto la obligación es moral. Además el organismo ha informado que obtener la respuesta al 80% de las preguntas es suficiente para el fin último del censo, como es la elaboración de programas y políticas públicas.
Con lo anterior, procedí a revisar la encuesta y al menos una de las ocho decenas de preguntas no voy a contestar: la pregunta siete de la sección V, que indaga si el encuestado es negro, afro descendiente, moreno, blanco y otra. Debo aclarar que no se trata de que me disguste la pregunta o que la considero inútil en un país que hasta ahora he percibido mestizo y mayoritariamente no racista. Lo que sucede es que la encuentro muy difícil, y ya le explico por qué.
Mis antepasados Luy fueron dos canarios, que llegaron y se enamoraron de dos hermanas, las Urbano, que – según palabras de mi papá - “eran dos negritas” dueñas de los terrenos donde ahora está el aeropuerto. Mis tatara abuelos eran Manuel Luy e Isidora Urbano, un blanco y una negra, y uno de sus hijos fue el abuelo de mi papá, Simón, a quien siempre mi mamá y sus amigos lo han llamado “el negro”. Mi abuela por parte de padre era de origen español, mientras que mi abuela y mi abuelo por parte de madre eran blancos zulianos. Podría pensar que yo debería ser blanco, pero viendo a mi amiga Mary, eso es imposible. Blanca ella, Carolina, Daniela, Tina, entre otras. Entonces soy moreno, pero cuando me comparo creo que esa es una denominación para mi amigo Carlos. Mis amigas Cristina y Liz, lucen “afro descendientes” pero no “negras”, aunque yo siempre las llamé con cariño “negritas”. Total que la cosa no me cuadra y me genera esta indefinición.
También está la opción de “otra”, pero ¿cuál? Evidentemente aquí le faltó a los técnicos del INE una gama más amplia de opciones; algo así como una paleta equivalente a la que usamos para el café los venezolanos: tetero, café con leche claro, café con leche, café con leche oscuro, marrón claro, marrón, marrón oscuro, guayoyo y negro, a saber.
En conclusión, desde ya advierto a mi encuestador que no se lo tome a mal cuando, llegada la pregunta siete de la sección V, mi respuesta sea: paso.


Alejandro Luy
29 de agosto de 2011

Ilustración:Rogelio Chovet

miércoles, 24 de agosto de 2011

Me fui a la playa (después de mucho tiempo)


Me fui a la playa y apenas llegué, quienes estaban en la arena me bautizaron “el resplandor”.
Me fui a la playa y casi me hospitalizan: nadie sano podía tener ese extraño color en la piel.
Me fui a la playa, después de mucho tiempo, y un coleccionista me ofreció 200 bolívares por mis flotadores de Picachú.
Me fui a la playa, después de mucho tiempo, y entendí la felicidad de mi amigo Tulio de Barinas el primer día que vio al mar, a una edad cercana a los 30 años.
Me fui a la playa, después de mucho tiempo, y me enteré de la invención del bikini.
Me fui a la playa, después de mucho tiempo, y pedí una cerveza Cardenal, y la mujer del kiosko exclamó: ¡se te cayó la cédula!
Me fui a la playa, después de mucho tiempo, y me di cuenta que ya mis hijas no llevan tobitos para hacer castillos de arena.
Me fui a la playa, después de mucho tiempo, y pude terminar de leer el libro que había empezado la vez anterior: Cien años de soledad.
Me fui a la playa, y cuando regresé me di cuenta de que venezolano/a que se precie tiene un álbum de fotos en el facebook que se llama “Arenita Playita”.

domingo, 14 de agosto de 2011

Calentando motores


En los dos últimos años, a causa de asuntos personales, mi actividad de productor de artículos fue contrastante: escribí poco para Vivir viviendo (donde usted está ahora) pero inauguré Historia en (re)construcción (cuyo enlace encontrará más abajo). Veintiún artículos para el primer blog y trece para el segundo a parecen escasos para un período de 24 meses, sobre todo si se comparan con los 36 escritos de 2008.
Pero ahora decido reactivarme, básicamente para saciar mi necesidad de opinar, hablar paja pues, de lo que se me ocurra o intentar (re)construir historias posibles, soñadas o deseadas.
Motor 1. Como interpretar una pendejada.
El Consejo Nacional Electoral de Venezuela, ha editado un “Listado (sic) de electores y electoras entre 111 y 129 años de edad”, el cual consta de 60 páginas y ha sido distribuido este domingo 14 de agosto en el diario Últimas Noticias, el de mayor circulación en el país.
¿Para qué carajo sirve esto? Según parecen, pretende el CNE que los miembros de “la juventud prolongada”, diría yo prolongadísima, van a estar pendientes de ver, o de que un hijo, nieto, bisnieto o su equivalente femenino, vean si están en esa lista para llamar a un representante para registrarse.
Pendejadas de esa magnitud solo son posibles en un país de petrodólares. Claro, en su discurso el CNE hablará de “inclusión” y del derecho de todos y todas. Pendejadas de un organismo que es incapaz de publicar en su portal los resultados de las votaciones de los venezolanos fuera de nuestras fronteras.
Soy injusto. Debo reconocer la felicidad para los dueños de perros y canarios. Mañana habra con que recoger los excrementos.
Motor 2. El hombre que amaba a los perros.
“Liev Davídovich concluiría que si muchas veces había tenido dudas respecto a la fidelidad de sus amigos, de lo que podía estar seguro era de la constancia de sus enemigos, fuera del bando que fuesen”.
“Como todos los dictadores, Stalin había seguido la gastada tradición de acusar a sus enemigos de colaborar con una potencia extranjera”.
El libro es del cubano Leonardo Padura.
Motor 3. Historia 13.
Canciones para ti”.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Sobreviví


"El avión, piloteado por un dominicano, se aproximaba al aeropuerto de Maiquetía pero, inexplicablemente, bajó su tren de aterrizaje y procedió a intentar posarse sobre la Avenida Catia La Mar. Sus ruedas llegaron a tocar el piso y, sin colisionar con ninguna estructura o vehículo, volvió a despegar para continuar un zigzagueo entre edificaciones alrededor del aeropuerto. Mientras, los pasajeros escuchaban la conversación del piloto con la torre de control y temían un desenlace fatal. Finalmente el avión aterrizó atravesando las pistas de manera poco habitual, y terminó deteniéndose ante un hangar."
Eso lo soñé dos días después de haber entregado el proyecto de grado (la tesis) de la Maestría en Gerencia Ambiental y por ese motivo lo tomé como una premonición, una señal que decía: sobreviví.
Porque, desde que escribí "Estudiar a los 46...qué necesidad hay de eso", yo sabía que el trayecto entre el inicio y el fin de la maestría no sería un viaje de rutina. Al menos se parecería a varios traslados vividos en estos 22 meses hacia Bogotá: algunas turbulencias, una vez cerrado El Dorado por lluvia y desviado para Medellín, un aterrizaje abortado y varias veces sentado en el asiento del medio, con un par de gordos al lado.
Sería penoso describir cada momento intenso con profesores y monitores, equipos de trabajo, entre otras cosas porque daría la impresión de que no disfrute de manera proporcional a todos los stakeholders antes mencionados. Quid pro quo.
Seis días después del sueño (¿por qué no le llamo pesadilla?) recibí, en primer lugar, un correo grupal con un impersonal "felicitaciones a todos" y luego otro con una tabla contentiva de la nota final del proyecto de grado, que confirmaba el presentimiento.
Pero el paralelismo entre la alucinación y la maestría llegó hasta el punto final de la historia. Así como milagrosamente el avión logró aterrizar y estacionarse, para mí fue un prodigio la aprobación del proyecto de grado, el último paso para la salvación de la maestría. No fue lo mismo para mis compañeras y compañeros, cuya inteligencia y capacidades “nérdicas” no pueden ser equiparadas a las de un tipo que llaman “Alejo”. Ell@s tuvieron un aterrizaje seguro.
Dicen que quien sobrevive a un accidente o desastre aprende a valorar la vida y siempre quedan con cierto temor a tomar el mismo riesgo. Por tanto, no esperen por ahora verme sentado en un aula de clase. Eso se los dejo a Caro K, Juanita y a José Agustín, quienes seguro ya están escogiendo el doctorado a cursar o, peor, acaban de pagar la matrícula del primer semestre.

Alejandro Luy – Agosto 2011

martes, 15 de marzo de 2011

A Skármeta por azar


Nota: Antonio Skármeta acaba de ser galardonado con el Premio Novela Planeta - Casa de América. En el 2004 tuve la oportunidad de cruzar palabras con este escritor chileno y de allí surgió este artículo. Alejandro Luy


¡La poesía no es de quien la escribe
sino de quien la necesita!
El cartero de Neruda, Antonio Skármeta


Estoy seguro de que a una situación como esa, mis amigas Adriana y Eddy no hubieran llegado de manera fortuita. Todo habría respondido a una determinada e imperiosa necesidad de apreciar a los libros y a sus autores.

Pero no es mi caso. A diferencia de mis amigas mentiría si me vendiera como un ávido lector y furibundo visitante de librerías, consumidor de escritos y perseguidor de las ferias de los textos. No busco ni votos ni halagos, de allí mi franqueza.

Aun así, el destino me llevó a Madrid en la primera semana de junio, fecha donde se celebraba la Feria del Libro, instalada en el Parque El Retiro pero expandida por toda la ciudad y sus librerías.

Una noche, de esas propias del verano de los países templados que extienden sus luces hasta pocas horas antes de que el día finalice, veo en la televisión al escritor chileno Antonio Skármeta quien habla de su libro "Neruda por Skármeta". Allí estaba ese hombre sencillo y simpático hablando sobre aquel que fuera referencia y amigo. Era el mismo hombre que nos llevó por diferentes ciudades y sus escritores en el programa "Mundo de papel" transmitido por People & Arts.

Supe que durante algunos días estaría firmando sus libros en los puestos de la Feria a quienes tuvieran a bien adquirirlos. Y así lo estarían haciendo otros tantos incluyendo a Fernando Savater. Pero como mi tiempo no me pertenecía, difícil era pensar que en un momento libre podría coincidir con la cara de Skármeta en la Feria del Libro.

Llegó el sábado y la fortuna "y Vallito" me llevó primero al Museo de El Prado, donde es casi una obligación disfrutar a Goya, y luego, bajo el sol y el calor, al verde de El Retiro y a los casi trescientos puestos de las editoriales.

Y fue allí, en el azar de un sábado en la tarde, que me encuentro a Skármeta encerrado en el lado izquierdo de un pequeño módulo, lleno de libros, que limitaba con otro módulo lleno de libros pero con Savater a la derecha.

Y fue así, fotos de por medio, como pude acercarme al escritor chileno y estrechar su mano, y escuchar su respuesta a un "¿cómo está?" - "pues con bronquitis", antes de tomarse otro vaso de agua, que llenaba desde una gran botella de plástico.

- ¿Para quién es el libro?, preguntaba refiriéndose al "Neruda por Skármeta" que recién había dejado sobre sus manos luego de pagar 13 euros y cuya portada es una fotografía de Pablo Neruda, Juan Rulfo y Antonio Skármeta en Isla Negra en 1969.

En una breve conversación confesó que disfrutó mucho el programa de televisión, aquel que lo llevó tras las ciudades y sus escritores, y lamentó su única temporada.

Al saberme venezolano, una pregunta surgió: "¿tienen un plebiscito ahora?".

- Un referéndum, el 15 de agosto - aclaré.

Entonces llegó la dedicatoria que cierra con un "con cariño a Venezuela".

Alejandro Luy


Imagen compuesta por Rogelio Chovet

lunes, 21 de febrero de 2011

El próximo titular


Yo de verdad me siento agradecido del momento que estoy viviendo, particularmente cuando me percato como ciertos medios de comunicación social y sus periodistas nos están introduciendo a lo que seguramente será el lenguaje llano y comprensible del Siglo XXI.
Mi posición se contrapone a la interpuesta en Querre querre por mi amiga Ana Black (Pues, http://querrequerre.com/black.html) quien se queja de palabras tan maravillosas como “aperturan, fuertísimo o accesibilizar” que suenan tan bien cuando son expresadas por nuestros periodistas.
Decido manifestar mi opinión luego del maravilloso verbo que nos regaló el diario Últimas Noticias en primera página el jueves pasado. Hablando sobre la detención de Miguel Cabrera, el diario no dijo que el pelotero fue capturado en estado de ebriedad, bajo los efectos del alcohol o simplemente ebrio. Usaron un verbo directo: lo arrestaron “curdo”.
Estoy convencido de que este es sólo el inicio de una etapa a un nuevo maravilloso idioma en los medios de comunicación. Es justo reconocer la vanguardia de Últimas Noticias en esta área, periódico que seguramente profundizará en la acción.
Desde ya estoy esperando los próximos titulares. Cuando alguien se declare homosexual seguramente leeremos “A fulanito se le moja la canoa”, “Sutanita es parcha”, “X es cachapera” o un simple “Z es maricón”.
Si se trata de un tema de farándula, seguramente leeremos “Robert T. andada con una nueva pechuga” o “La Chiqui estaba podría de buena en la alfombra roja”
En un asunto de drogas, suficiente con señalar que Luis es un “dañao”.
¿Para qué andar con rodeos y falsos moralismos? Bienvenidos los verbos diáfanos y directos, comprensibles por todos.
Dado que ya han reaparecido los pañales desechables, sería un honor para mí leer el próximo titular: “Los carajitos ya tienen donde cagar”.


Alejandro Luy
20 de febrero de 2011

Ilustración: Rogelio Chovet

sábado, 29 de enero de 2011

¡Que pena!


Los colombianos tienen una frase muy diplomática para excusarse de una mala atención, un olvido o la incapacidad de atender una necesidad: ¡que pena!.
La frase me impresionó desde que comencé a ir regularmente a tierra bogotanas. "¡Que pena!" antecedía a la inexistencia de un producto, al retraso del tinto o la ausencia de internet en la habitación.
Lejos de considerar negativamente a la expresión, yo la destaco frente al comportamiento de los servidores públicos o privados venezolanos, los cuales tienen por norma no disculparse. Porque "¡que pena!" encierra el reconocimiento de la falta, situación absolutamente inexistente en nuestro país. Aquí nadie se hace responsable por nada, mucho menos se disculpa.
Puede interactuar con el empleado de un banco, una heladería, un ministerio, una tintorería, una cafetería, un restaurant o un hotel 5 estrellas, y en cualquier caso usted nunca recibirá una disculpa aunque la merezca en plenitud.
Conozco varios casos de amigos que han sido víctimas del hampa, y al momento de enfrentarse a poner la denuncia, han sido tratados como víctimarios. Así, ni en el peor de los casos, en Venezuela usted tiene la razón ni puede esperar atención de parte del "servidor" público o privado.
Un caso notable son los "call center" a los cuales - la mayoría de las veces - uno acude con la intención de solventar un problema originado por el prestador de servicio como la empresa de cable, telefonía celular o el banco.
Haga una estadística sobre cuantas veces tuvo que llamar y cuantas veces quedó satisfecho por la respuesta. Apuesto que no pasa del 20%.
Es que yo creo que, en esencia, la existencia de una oficina de reclamos física o telefónica, es de entrada una falla del sistema y por tanto hacer uso de ellas ya debería implicar una disculpa abierta o sutíl de parte del servidor.
Por todo ello, y para empezar a corregir la falta de cortesía con sus usuarios, las empresas que en Venezuela poseen call center u oficinas de reclamos debería recibir a nosotros, los usuarios, con un colombiano: "¡que pena!".
A lo mejor y hasta nos acostumbramos.

sábado, 15 de enero de 2011

El Reto


Hoy sábado 15 de enero de 2011, el presidente llegará a la Asamblea Nacional a rendir su Memoria y Cuenta. Además de las representantes de los poderes del Estado(que bien podrían ser llamadas las chicas superpoderosas + una), los diputados y diputadas, del gobierno y de la oposición, embajadores, señoras y señores, amigos todos, estarán los Ministros y Ministras del gobierno.
En la historia del país, la variación del número de ministerios puede ser calificada como "el acordeón": se extiende y se comprime rítmicamente. Uno pensaría que dicha variación responde a una lógica de organización del gobierno, pero honestamente en los últimos años a mi me parece que los cambios han surgido en momentos de discusión donde alguien dijo "chico, que te parece crear el ministerio tal, .... fusionar los ministerios A y H para crear el ministerio AH, o mejor dicho el MPPAH". Es decir, han nacido de la improvisación.
Por eso yo estoy convencido de que la mayoría de los venezolanos somos incapaces de listar los ministerios presentes en el día de hoy, y mucho menos identificar el jefe a cargo.
De alli que lanzo este reto: sin consultar internet y si quiere apoyado por las imágenes de la Memoria y Cuenta, haga su lista desde ahora hasta que finalice la alocución presidencial (que pueden ser unas buenas 7 horas, como ya ustedes saben)y confrontela con la de sus amigos y posteriormente chequee con la información oficial y pongale nota como si estuviera en la escuela.
Yo pienso hacerlo, y desde ya anuncio que con relación a conocer todos los ministerios y sus ministros 10 es nota lo demás es milagro.