martes, 6 de septiembre de 2011

¿Censo en el salón de fiestas? ¡Olvídenlo!


Muy temprano en la mañana entré en estado de alerta cuando esto leí en la prensa del domingo 4 de septiembre:
“El miedo a la inseguridad no está en las preguntas del censo 2011. Sin embargo, Janeth Maldonado, miembro de la junta de condominio del edificio San Francisco, en Caurimare, conoce la respuesta de sus vecinos ante el auge delictivo en la ciudad.
“Tememos a la delincuencia; ya se nos hace difícil abrir las puertas. Por eso sentimos alivio al escuchar a Elías Eljuri, presidente del Instituto Nacional de Estadística, quien asegura que no es obligatoria la entrada de los empadronadores al hogar.
Decidimos utilizar el salón de fiesta para llevar a cabo la consulta”, explicó.”

Yo de verdad espero que los miembros de la Junta de Condominio del edificio donde vivo, así como varios furibundos vecinos, no hayan leído la noticia o que lo de haberlo hecho haya sido sin café en las venas. Porque en mi edificio vive gente de varias nacionalidades que tienen los defectos propios de la gente de todas las nacionalidades, es decir las de todos los seres humanos, a saber: 1. les encanta copiar cualquier idea sin saber pa´ qué sirve, 2. creen que su idea, que es una idea copiada, es tan buena que asumen que a todos les debe gustar, 3. a cuenta de presidir algo – en este caso la Junta de Condominio – inmediatamente deciden por todos, y, posiblemente el más importante para esta circunstancia, 4. no saben guardar un secreto.
Pero como sé que mi deseo no se cumplió y que a estas horas la Junta de Condominio debe estar redactando el papel que va a pegar en la cartelera anunciando los horarios en los que los empadronadores estarán sentados en el salón de fiesta esperando a los vecinos, me he puesto alerta para evitar este “retrato de grupo”.
Porque, una vaina es que un joven, contratado por el INE te pregunte el nivel y las fuentes de tus ingresos, para convertirlos en una estadística y otra muy diferente es que la vecina del piso 10 - que vive dándole correazos y peleando con su hijo de 9 años – use la información como tema de conversación con sus amigas del edificio y la conserje.
Que el gobierno sepa que voy a clínicas, tengo seguro privado, contamos con lavadora y calentador del agua, es menos peligroso que sea conocido por la mujer del 7-B, que se la pasa en el pasillo de entrada hablando con el desempleado de 6-C, y con la gorda del 9-D.
Me puedo imaginar a las amargadas madre e hija que viven en el primer piso, riéndose en el ascensor después de que yo me declare “blanco”, o el gordito del 4-A tratando de entender porque yo dije al empadronador que “aquí viven dos familias, una está conformada por mis hijas y mi hijo que tienen a esta casa como hotel”.
Así, empadronarse en el salón de fiestas es un ejercicio muy peligroso ya que tu información la compartirás con un desconocido – el empadronador – y muchos “conocidos” que diariamente te ven salir y entrar de tu casa.
Si ya sabemos que los empadronadores tienen su gorrita, su chaleco con la identificación bien expuesta, y que no tenemos porque dejarles entrar a la casa, para qué carajo tenemos que hacer una merienda en el salón de fiestas para responder la encuesta del censo. ¿Qué necesidad tenemos de copiarnos de la gente de Caurimare?
Así que, por encontrarlo menos peligroso, prefiero ser solo una estadística para el gobierno que una fuente de información para mis querid@s vecin@s. Para el salón de fiestas no voy ni que pongan ron, vino tinto, empanada gallega y tequeños.

Alejandro Luy
Septiembre 5, 2011

Foto: La cartelera del edificio donde vivo.

1 comentario:

Dam dijo...

Demasiado bueno Alejandro... Absolutamente de acuerdo contigo, dado que más allá del riesgo del chisme, está el riesgo real de los escuchas delincuenciales ;9