miércoles, 3 de agosto de 2011

Sobreviví


"El avión, piloteado por un dominicano, se aproximaba al aeropuerto de Maiquetía pero, inexplicablemente, bajó su tren de aterrizaje y procedió a intentar posarse sobre la Avenida Catia La Mar. Sus ruedas llegaron a tocar el piso y, sin colisionar con ninguna estructura o vehículo, volvió a despegar para continuar un zigzagueo entre edificaciones alrededor del aeropuerto. Mientras, los pasajeros escuchaban la conversación del piloto con la torre de control y temían un desenlace fatal. Finalmente el avión aterrizó atravesando las pistas de manera poco habitual, y terminó deteniéndose ante un hangar."
Eso lo soñé dos días después de haber entregado el proyecto de grado (la tesis) de la Maestría en Gerencia Ambiental y por ese motivo lo tomé como una premonición, una señal que decía: sobreviví.
Porque, desde que escribí "Estudiar a los 46...qué necesidad hay de eso", yo sabía que el trayecto entre el inicio y el fin de la maestría no sería un viaje de rutina. Al menos se parecería a varios traslados vividos en estos 22 meses hacia Bogotá: algunas turbulencias, una vez cerrado El Dorado por lluvia y desviado para Medellín, un aterrizaje abortado y varias veces sentado en el asiento del medio, con un par de gordos al lado.
Sería penoso describir cada momento intenso con profesores y monitores, equipos de trabajo, entre otras cosas porque daría la impresión de que no disfrute de manera proporcional a todos los stakeholders antes mencionados. Quid pro quo.
Seis días después del sueño (¿por qué no le llamo pesadilla?) recibí, en primer lugar, un correo grupal con un impersonal "felicitaciones a todos" y luego otro con una tabla contentiva de la nota final del proyecto de grado, que confirmaba el presentimiento.
Pero el paralelismo entre la alucinación y la maestría llegó hasta el punto final de la historia. Así como milagrosamente el avión logró aterrizar y estacionarse, para mí fue un prodigio la aprobación del proyecto de grado, el último paso para la salvación de la maestría. No fue lo mismo para mis compañeras y compañeros, cuya inteligencia y capacidades “nérdicas” no pueden ser equiparadas a las de un tipo que llaman “Alejo”. Ell@s tuvieron un aterrizaje seguro.
Dicen que quien sobrevive a un accidente o desastre aprende a valorar la vida y siempre quedan con cierto temor a tomar el mismo riesgo. Por tanto, no esperen por ahora verme sentado en un aula de clase. Eso se los dejo a Caro K, Juanita y a José Agustín, quienes seguro ya están escogiendo el doctorado a cursar o, peor, acaban de pagar la matrícula del primer semestre.

Alejandro Luy – Agosto 2011

4 comentarios:

Alejandro Álvarez Iragorry dijo...

Felicitaciones desde Buenos Aires. Tenemos que celebrarlo

HARAS IRLANDA dijo...

Quien lo lee creería que pasó "raspando" la Maestría. La verdad es que no sólo fue un estudiante brillante, sino que también nos llenó a todos con su alegría desbordante y su sentido del humor.

Nos harás mucha falta por estos lados. Espero que encuentres más y mejores motivos para venir a Colombia frecuentemente.

Un abrazo,

Diana Gaviria

JAB dijo...

Alejo, ¿qué comes que adivinas?: ya pagué el primer semestre pero, dado que Juanita y Caro Kitchen, por razones no solo coincidentes, sino justificadas, se retiraron, estoy pensando en hacer lo mismo.
La MGA II, es irrepetible, creo que eso hará que sopese más mi próximo paso académico.
Coincido con Diana - salvo en lo del sentido del humor- y agrego además que eras el oráculo (no por viejo, pues Gustavo te lleva 15 años), el que ponía orden en la Junta Organizadora De Agasajos (J.O.D.A) y demás templetes.
Suerte y ojalá y la RAE recoja tu definición de sobrevivir= 4,3 de promedio sobre 5. Ojalá y Venezuela, en esto que vive, sobreviva de esa manera.

Unknown dijo...

Alejo siempre en mi alma, tus comentarios, aporte y tu sentido del humor. todos sobrevivimos a algo en este periplo (mal recuerdo: Planeación Financiera...)

Aunque de valoración de pájaros poco aprendí, el siguiente y necesario paso es crear la comunidad MGA, una "PropeustaDecente" como dice Gustavo y un remedio a esta Solastalgia, como digo yo.