Definitivamente una labor fundamental para el registro
histórico de Venezuela es que cada ciudadano cuente su experiencia con la
burocracia de nuestros gobernantes, entiéndase desde la juntas de condominio hasta el INTT pasando
por alcaldías y consejos comunales.
Por eso hoy me siento obligado a contar mi experiencia de
renovar la licencia de conducir entre finales de 2012 e inicios de 2013, a fin
de que cuando dentro de decenas de años un historiador decida hablar de la
historia menuda del país encuentre este relato, que no habla ni de Chávez y su
enfermedad, ni del PSUV ni de la MUD.
En estos tiempos cualquier papeleo, cédula, pasaporte,
licencia, pasa por solicitar una cita por internet. Imagino que eso nos hace grandes y modernos. Pero el 28 de diciembre la página del INTT
estaba "caída", condición que bloqueaba mi necesidad de renovar la licencia de conducir. Así con decisión y
justificado me fui para la sede de la
California donde casi me atienden pero estaba en short, una mala costumbre de
quien vive en un país tropical y no teme mostrar sus piernas flacas, prenda que
usada por hombres es un argumento para prohibirle el acceso a un organismo público.
“Tranquilo”, pensé, “regreso el 2 de enero con pantalones y
ya”. Suposición errada. El que me atiende, sin darme feliz año me dice que se
necesita una cita. "Pero la página esta caída y el viernes me dijeron que
se podía" argumenté perdiendo el tiempo. "Aquí es sólo para
funcionarios públicos y tercera edad, váyase a La Urbina"
Y me fui a la Urbina para tener la licencia. Llegar fue
complicado, y entendiendo mi argumento me dieron como respuesta “ llame al 08000INTT00 y pida la cita”. Les juro que allí había 5 personas haciendo trámites, y que me podían
atender, pero “hay que pedir la cita”.
Y llamé al cero ocho mil y nadie me responde. Intento de nuevo la página y nada. Astuto y usuario de las redes sociales mando
un SOS en tweeter y un desconocido me da
un enlace especial al portal del INTT y logro la cita para el día siguiente, el
3.
En la página dice qué y cuanto hay que pagar. Y dice “se necesitan 2
fotos fondo blanco tipo carnet”.
El tercer día del 2013 me baño, me afeito, me tomo un café y me como un par
de bollitos. Salgo a buscar donde tomarme las fotos. Todo cerrado. Voy al banco y zanqueo la
ciudad hasta que consigo un Rapifot.
Tengo todo. Ya estoy cerca de la hora de la cita. El lugar
estaba tan vacio como el día anterior. Lleno una planilla. Entrego todo. Me
devuelven las fotos, que tanto me costaron sacarlas, y el certificado médico.
Me toman ellos la foto y dos minutos y medio después me dan
la licencia. Listo. Se acabó.
¿De qué te quejas si sacaste la licencia? Sí, luego de dos
días de uso de tecnología para un proceso que dura 5 minutos. Es lo mismo que CADIVI: una plataforma
perfecta creada para algo que no debería existir.
Pero para los historiadores del 2062 debo un dato
adicional: todo esto empieza con la
obligación de obtener un Certificado Médico que expide el Colegio de Médicos de cada estado del país, y
que para obtenerlo el requisito práctico es ir a un centro comercial y pagar
120 Bs, cada dos años.
Esto será historia. Lo
demás es paja.
Alejandro Luy
3 enero 2013
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