lunes, 6 de febrero de 2012

El extraño caso de los trenes chillones


Estando en el día de hoy viajando en el Metro de Caracas recordé cuando una amiga compró, con mucho esfuerzo, su primer carro de agencia. Prácticamente luego de salir del concesionario el motor se le fundió a causa de una falla del vehículo. Cuando lo llevó adonde lo había comprado, en vez de cambiárselo, procedieron a reparar el motor y le devolvieron el carro. Allí empezó su calvario y por tanto ella nunca disfrutó, como soñaba, su carro nuevo. Por fuera estaba lindo, pero el motor era un desastre.
¿Y qué tiene que ver eso con el metro? Mucho. Verá, hoy lunes 6 de febrero dos de tres trenes en el sistema eran nuevos. Los españoles, los bonitos, los rojitos, con luces y aires acondicionados que funcionan. Parece que finalmente las autoridades recibieron todas las unidades y procedieron a ponerlas a funcionar para el bien de los usuarios.
Pero – como en el caso del carro de mi amiga – todo indica que los trenes españoles vinieron con fallas de fábrica. No crean que exagero. ¿Sabe usted cuándo viene el tren? Cuando empiezan a sonar los frenos. Parece que las unidades vinieron con las pastillas vencidas o sin liga de freno. Y eso pasa con todos los trenes. Si no me creen váyase hasta una estación, póngase en el andén y cierre los ojos. Ábralos sólo cuando escuche los frenos antes que el tren. Invariablemente estará arribando un tren socialista español que, según nos dijeron al comprarlo, es mejor que el tren de derecha francés aunque aparentemente más escandaloso. ¿Cosas del socialismo?
Una vez dentro de la unidad, viene la otra parte. El tren nuevo no solo se agita cada que frena, sino que cada vez que avanza 50 metros frena. Es decir, por alguna extraña razón los trenes españoles son incapaces de mantener un movimiento continuo y a velocidad constante entre estaciones, tal como estábamos acostumbrados los usuarios que usamos el metro desde su inauguración en los tiempos de Luis Herrera Campins.
Sé que todos los venezolanos somos capaces de calarnos ésta situación y acostumbrarnos a que nuestros servicios públicos sean cada día peor. Es lo que hemos hecho desde hace tiempo. Pero, me gustaría pedirle al gobierno que ejerza la soberanía y exija a los españoles, que ya dejaron de ser socialistas, una rebaja en el precio de los trenes.
Y si no nos la dan, ¿no le parece un buen motivo para iniciar la pelea con Rajoy?


Alejandro Luy
6 de febrero de 2012

1 comentario:

ele dijo...

en el mejor de los casos terminaran regalando tapones para los oidos cuando uno compre su pasaje...
Y para darle rienda suelta a mi mala lengua : sabra uno cuales fueron las comisiones para comprar ese trenes chillones que a lo mejor nadie quería... es sólo mala lengua...