Si hay algo importante para
un muchacho o una muchacha que empieza esa etapa de desarrollo llamada
adolescencia es diferenciarse de aquellos de la etapa previa, de donde ellos
vienen pero quieren olvidar. En otras
palabras ellos necesitan demostrar que están muy cerca de ser adultos, o mejor
dicho que ellos son adultos y que guardan una gran distancia de la niñez.
Pero existe un lugar donde
esa creencia es cuestionada y de alguna manera – quizás hasta con dureza – los coloca en su puesto. Ese sitio es la emergencia pediátrica de una
clínica, donde se atienden todos aquellos pacientes menores de 19 años, y por
lo tanto niños de meses, muchachitos que juegan con carritos, niñitas fanáticas
de las Barbie, y chicas y chicos con las hormonas alborotadas tienen que compartir
sus malestares físicos.
Imaginen como se sienten esos
adolescentes cuando en medio de su dolencia se encuentran las paredes llenas de
dibujos de la granja y sus animales, el cerdito, el caballo, el gallo, la
gallina, los pollitos y la vaca, rodeados de flores, mariposas y
pajaritos. Sólo uno de estos últimos
llama la atención: es azul y se parece
al de twitter.
Mientras le toman los
primeros signos, muchachas y muchachos ven una esperanza en los televisores de
la habitación, pero casi al mismo tiempo encuentran que el canal oficial de la
emergencia pediátrica es Discovery KIds, programación para los más pequeños de
la casa.
En un lugar tan frio una
cobija es un objeto valioso, pero de ninguna manera neutro. La enfermera le trae a aquella muchacha o
aquel manganzón una adornada con ositos y flores. Por cierto, el personal de la emergencia con
su indumentaria también contribuye a ésta chocante situación para los
adolescentes. Las enfermeras y las doctoras suelen vestir batas
con dibujitos de Mickey y algunas usan un perrito agarrado al estetoscopio. “¿Acaso no pueden tener una con la foto de Justin?”
se ha escuchado en las salas.
Cuando aburridos están en sus
camas, esperando el efecto del tratamiento quizás puedan aislarse con sus
teléfonos inteligentes hasta que los compañeritos de sala empiezan a llorar al
momento de tomarles la vía, o simplemente están fastidiados de estar fuera de
sus cunitas.
A los y las adolescentes solo les queda una salida para alejarse de la
sala: ir al baño, pero es allí donde se
encuentran la señal que les hace aceptar la situación: Exclusivamente para niños y niñas de
pediatría.
Lo que queda es esperar una
pronta mejoría para salir de este lugar de carajitos.
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