miércoles, 11 de junio de 2008

A Skármeta por azar


¡La poesía no es de quien la escribe sino de quien la usa!

El cartero de Neruda, Antonio Skármeta



Estoy seguro de que a una situación como esa, mis amigas Adriana y Eddy no hubieran llegado de manera fortuita. Todo habría respondido a una determinada e imperiosa necesidad de apreciar a los libros y a sus autores.
Pero no es mi caso. A diferencia de mis amigas mentiría si me vendiera como un ávido lector y furibundo visitante de librerías, consumidor de escritos y perseguidor de las ferias de los textos. No busco ni votos ni halagos, de allí mi franqueza.
Aun así, el destino me llevó a Madrid en la primera semana de junio, fecha donde se celebraba la Feria del Libro, instalada en el Parque El Retiro pero expandida por toda la ciudad y sus librerías.
Una noche, de esas propias del verano de los países templados que extienden sus luces hasta pocas horas antes de que el día finalice, veo en la televisión al escritor chileno Antonio Skármeta quien habla de su libro "Neruda por Skármeta". Allí estaba ese hombre sencillo y simpático hablando sobre aquel que fuera referencia y amigo. Era el mismo hombre que nos llevó por diferentes ciudades y sus escritores en el programa "Mundo de papel" transmitido por People & Arts.
Supe que durante algunos días estaría firmando sus libros en los puestos de la Feria a quienes tuvieran a bien adquirirlos. Y así lo estarían haciendo otros tantos incluyendo a Fernando Savater. Pero como mi tiempo no me pertenecía, difícil era pensar que en un momento libre podría coincidir con la cara de Skármeta en la Feria del Libro.
Llegó el sábado y la fortuna "y Vallito" me llevó primero al Museo de El Prado, donde es casi una obligación disfrutar a Goya, y luego, bajo el sol y el calor, al verde de El Retiro y a los casi trescientos puestos de las editoriales.
Y fue allí, en el azar de un sábado en la tarde, que me encuentro a Skármeta encerrado en el lado izquierdo de un pequeño módulo, lleno de libros, que limitaba con otro módulo lleno de libros pero con Savater a la derecha.
Y fue así, fotos de por medio, como pude acercarme al escritor chileno y estrechar su mano, y escuchar su respuesta a un "¿cómo está?" - "pues con bronquitis", antes de tomarse otro vaso de agua, que llenaba desde una gran botella de plástico.
- ¿Para quién es el libro?, preguntaba refiriéndose al "Neruda por Skármeta" que recién había dejado sobre sus manos luego de pagar 13 euros y cuya portada es una fotografía de Pablo Neruda, Juan Rulfo y Antonio Skármeta en Isla Negra en 1969.
En una breve conversación confesó que disfrutó mucho el programa de televisión, aquel que lo llevó tras las ciudades y sus escritores, y lamentó su única temporada.
Al saberme venezolano, una pregunta surgió: "¿tienen un plebiscito ahora?".
- Un referéndum, el 15 de agosto - aclaré.
Entonces llegó la dedicatoria que cierra con un "con cariño a Venezuela".


Junio 2004

Ilustración: Rogelio Chovet

domingo, 8 de junio de 2008

Inician investigación al caimán de Lacoste


A consecuencia de su desproporcionado crecimiento, el Congreso de los Estados Unidos de América ha decidido iniciar una investigación al famoso caimán de Lacoste.
Un vocero de la comisión del Senado norteamericano, que le ha venido investigando el uso de sustancias prohibidas por parte de peloteros, comentó que la decisión fue tomada luego de comparar la imagen del reptil de hace un par de años atrás y la que luce en la actualidad.
”Es imposible dejar de notar cómo la babita se ha convertido en un caimán del Orinoco de un día para otro; son los mismos cambios que se evidencian en las fotos de Barry Bonds en su paso por el béisbol profesional de los Estados Unidos”, comentó.
Expertos sospechan que diseñadores de la famosa casa francesa Lacoste la han venido inyectando hormona de crecimiento al reptil. “Tenemos que saber quién es el responsable de esta situación y si ocurrió con el consentimiento del lagarto francés”, señaló el informante.
De esta forma el caimán se unirá a la larga lista de investigados por el uso de esteroides que incluye Roger Clemens, Rafael Palmeiro, Mark McGwire y José Canseco, quien prendió el ventilador de acusaciones.
Sin embargo, se descarta que haya un interrogatorio al caimán, porque hasta donde se sabe, estos animales no dicen ni pío.

8 de junio de 2008

domingo, 1 de junio de 2008

Tenis


I
Hubo un tiempo cuando yo respondía ”Tenis” ante la pregunta ¿qué deporte practica? o su equivalente.
Porque, aunque le cueste creerlo, yo fui un jugador de tenis. Jugador con short con bolsillos, muñequera, bandana, raqueta de madera, pelotas, y admirador de Björn Borg, cuando ni siquiera existía ESPN (léase, más o menos, I-ES-PI-EN). El músculo de mi brazo derecho era significativamente más voluminoso que el izquierdo.
Una prueba de que yo era un jugador de tenis es el estado actual de mis rodillas, que ahora no toleran una subidita a El Ávila todo porque sus meniscos se destrozaron mientas practicaba aquel que alguna vez se llamó el deporte blanco.
Estaría yo en primer año y merodearía los 11 años cuando le pedía a mi papá que me llevara al frontón de la Universidad Central de Venezuela, ese que usted ve a la izquierda tan pronto entra por la entrada Tamanaco, todos los domingos por la mañana.
Y mi papá me llevaba. A partir de allí no me queda duda de que mi padre me quiere mucho. Porque hay que ser un padre abnegado para hacer lo que mi padre hacía. No como yo que sólo llevo a mis hijas y a mi hijo al Parque del Este como tres domingos al año, y después de las 11.
Y entonces me paraba yo frente al monstruo verde, picado por una línea blanca a darle a la pelotita, una y otra y otra vez, hasta que indefectiblemente la mandaba para el otro lado, salía a buscarla o mandaba a mi papá.
Créanme que yo iba mejorando con cada domingo que entrenaba, pero la pared era mi único destino. Como era jugador solitario era difícil encontrar con quien entrar a la cancha. Eventualmente, cuando faltaba alguien en un doble alguien me “invitaba” a jugar. Por supuesto quienes me daban la oportunidad lo hacían con mucha resignación. Un psicólogo me haría ver que – para los fines del juego – mi presencia era sólo un “peor es nada”.
De ese tiempo recuerdo una viejita gringa como de 60 años que jugaba de manera impresionante, y era asidua a las canchas de la UCV y del hotel Caracas Milton (donde a veces me coleaba). Cuando hacía pareja de juego con ella, la mujer devolvía todas las pelotas, y vencía a los adversarios, mientras yo buscaba las pelotas que quedaban en la red y esperaba los ciclos necesarios para hacer el saque. Al menos nadie podía obviarme en ese momento del juego.
Pero yo no me amilanaba y seguía jugando, incluso con mi amigo Raúl en la Plaza de la Iglesia de Pagüita, allí al final de la Avenida Sucre y justo en frente del Palacio de Miraflores. Honestamente creo que ni antes ni después de esa época, alguna persona ha jugado tenis en tan particular terreno.
Imagínese que pensaría hoy la Casa Militar si ve a unos adolescentes cursantes de tercer año practicando tan imperialista deporte en la plaza de Pagüita. No dudarían pensar que es una vaina de la CIA.
II
Pero el tenis me hizo aprender muchas cosas y encaminar mi vida.
Cuando salí del bachillerato y mientras esperaba el cupo de la Universidad, dediqué la mayor parte de mi tiempo a entrenarme en el deporte. Fue allí, compartiendo con Domingo y Raúl que conocía mi primer entrenador, y al mismo tiempo a la primera persona que me estafó.
Porque yo tuve un entrenador, que me decía que calentara los músculos, que me lanzaba pelotas, que me enseñaba como agarrar la raqueta tanto en el forehand como el backhand. Me enseñó como debía colocarme en la cancha, en qué momento debía ir a la malla, y hasta como hacerle perder la paciencia al adversario. Mi entrenador organizaba torneos entre quienes jugábamos en las canchas de La Paz, en el Paraíso.
Y fue mi entrenador el que me ofreció un par de raquetas Wilson por 500 bolívares de los del año 80. De los bolívares de antes del viernes negro. Dos raquetas por un poco más de 100 dólares. Pero eran los tiempos cuando uno no hacía la conversión a dólares.
Yo no se cómo conseguí el dinero pero no se me olvida que debí entregárselo completo a mi entrenador, para el adquirir los benditos implementos. Como a las dos semanas me trajo una de las raquetas, y la otra me la entregaría después.
Pasaba el tiempo y la raqueta no aparecía, hasta que llegó el momento en que tampoco apareció mi entrenador.
Así conocí a mi primer estafador.
III
¿Será por eso que a mi me parece que el tenis es una especie de estafa para la salud?
Todo el mundo sostiene que el deporte es bueno para el cuerpo, pero cada vez que pienso en los meniscos de los tenistas (incluyendo los míos), entre una de sus tantas dolencias, más concluyo que deporte igual a cuerpo sano es una ecuación falsa.
Por ejemplo el otro día estaba viendo a Rafael Nadal, el joven español que tiene como tres años como número 2 del mundo del tenis, cuando lo atendían en plena cancha. El “Matador” (así le dicen) tenía una ampollas que usted sólo puede ver en los pies de un jugador de tenis.
Caminar con unas alpargatas en el llano no causa el daño que hace jugar tenis, aun contando con los zapatos más ergonómicos desarrollados por Nike, marca que auspicia a Nadal.
En el abierto de Roma de este año fueron varios los jugadores que debieron abandonar. Dolores en la espalda, mareos, vómitos en transmisión en vivo y directo de ESPN, fueron algunas de las manifestaciones de lo saludable que son los jugadores de tenis.
Es tan particular el efecto negativo del tenis en la salud que hasta hay una enfermedad propia de la especialidad: “el codo de tenista”. Esto es un producto único.
Usted empieza a entrenarse como tenista y sabrá que se ha empeñado en su entrenamiento cuando sienta un dolor insoportable en la articulación del brazo, que lo mandará a un doctor quien, para que pueda recuperar su salud, le dirá que necesita reposo, es decir no hacer ningún deporte.
Pero lo último que he descubierto es que hay en los tenistas problemas sicológicos, más allá de lo que supone que es estar loco para someterse a tanta tortura llamada deporte, que se evidencia en conductas exageradas de acciones típicas del juego.
Yo la bauticé “Patología Djokovic” en honor a su más claro exponente, el jugador serbio Novak Djokovic. Esta es una enfermad que sufre el jugador pero afecta a sus rivales y a los espectadores.
¿Cómo se manifiesta? Imagine que usted es un jugador que hace botar su pelota antes del saque. Un jugador normal, puede hacer 4, 5, 7 rebotes rápido antes de lanzarla por sobre su cabeza para proceder a golpearla con la raqueta y pasarla para el otro lado.
La “Patología Djokovic” se manifiesta en que usted rebota de manera pausada, absolutamente ensimismado, por 17, 18, 19 ó 20 veces la pelota antes del saque. Y lo hace una, y otra y otra vez, a lo largo de dos horas o más de juego.
¿Qué tiene dentro de su mente un sujeto que se pierde en el rebote de una pelotita amarilla durante 20 veces? Hágalo usted y dígame que siente.
Eso no es concentración; eso es una enfermedad mental, y de las peores. Y claro tal comportamiento le rompe los nervios al que está esperando el saque así como a los que tratamos de disfrutar el juego frente al televisor.
El tenis no es otra cosa que un deporte. Una actividad inventada para que unos se esfuercen, suden, se lesionen mientras otros entrenamos nuestra comodidad

Alejandro Luy
1 de junio 2008